Por Ignacio Oliva
La industria del cine se está transformando. Durante más de un siglo el recorrido de explotación comercial del cine se basó en programas para “Theatrical cinemas”, salas de cine construidas exclusivamente para exhibir películas. Con la llegada de la televisión, esa distribución en salas se abrió a las diferentes ventanas televisivas generalistas y posteriormente, con el desarrollo tecnológico digital, este espacio se ha abierto y diversificado con los distintos canales temáticos.
Pero también está cambiando y mucho el uso del cine por parte de los espectadores. La sala se sustituye cada vez más por el visionado doméstico, con lo que las empresas distribuidoras se han organizado ya en plataformas para la distribución “on line” ya sea de películas, videojuegos, series, etc. Porque el cine ya no constituye un negocio en sí sino que forma parte cada vez más de un amplio concepto al que se ha llamado “contenidos” y que incluye estos otros productos mencionados. El cine como industria es, desde hace ya algún tiempo, menos rentable que el videojuego, por ejemplo, con lo que muchas empresas de distribución cinematográfica y también los productores ejecutivos –que hasta ahora habían tenido una trayectoria constante y centrada exclusivamente en el cine- se están planteando un nuevo modelo de trabajo más abierto en lo que se ha dado en llamar “crossing platforms” es decir, plataformas abiertas a la distribución y a la producción de contenidos digitales entre los que se incluye en cine.
Este es un resumen sintético y por ello incompleto en datos y cifras concretas pero se aproxima al nuevo panorama para la producción y la distribución del cine en la actualidad y en los próximos años.
PRODUCCIÓN LIGERA
La producción de películas también se ha transformado radicalmente en los últimos años con el desarrollo de nuevos soportes digitales de altas prestaciones en resolución de imagen y sonido. Hace más de quince años se “digitalizó” la postproducción y el montaje, con lo que todos los estudios y los técnicos tuvieron que reciclarse. En los últimos años se ha “digitalizado” el rodaje, tanto en el registro de imagen como de sonido directo, y la sustitución del rodaje con negativo cinematográfico por el soporte digital ha supuesto y supone un considerable abaratamiento de los costos para muchas producciones “independientes” cuyo presupuesto es bajo y cuentan con limitados recursos.
Así pueden desarrollarse proyectos que antes de esta llamada “democratización” de los medios de producción eran materialmente inviables. Aunque esto no puede llevar a engaño a nadie, es decir, los gastos de rodaje siguen siendo idénticos –salvo aquellos derivados directamente de las operaciones de cámara y registro de sonido- sí podemos considerar que son más viables hoy estas películas sujetas a rodaje digital ya que pueden tener un presupuesto más flexible y ajustado. El cine español, en medio de este panorama, se está transformando igualmente. Dejando a un lado el horizonte que plantea la nueva versión de la ley de cine, las producciones españolas crecen y se diversifican cada vez más. Se ponen en marcha grandes producciones de muy alto presupuesto que conviven con modestas producciones que plantean apuestas, tal vez, más arriesgadas o a contracorriente y hechas al margen del sistema de producción convencional, con muy escasos apoyos económicos.
PRODUCCIÓN LIGERA
La producción de películas también se ha transformado radicalmente en los últimos años con el desarrollo de nuevos soportes digitales de altas prestaciones en resolución de imagen y sonido. Hace más de quince años se “digitalizó” la postproducción y el montaje, con lo que todos los estudios y los técnicos tuvieron que reciclarse. En los últimos años se ha “digitalizado” el rodaje, tanto en el registro de imagen como de sonido directo, y la sustitución del rodaje con negativo cinematográfico por el soporte digital ha supuesto y supone un considerable abaratamiento de los costos para muchas producciones “independientes” cuyo presupuesto es bajo y cuentan con limitados recursos.
Así pueden desarrollarse proyectos que antes de esta llamada “democratización” de los medios de producción eran materialmente inviables. Aunque esto no puede llevar a engaño a nadie, es decir, los gastos de rodaje siguen siendo idénticos –salvo aquellos derivados directamente de las operaciones de cámara y registro de sonido- sí podemos considerar que son más viables hoy estas películas sujetas a rodaje digital ya que pueden tener un presupuesto más flexible y ajustado. El cine español, en medio de este panorama, se está transformando igualmente. Dejando a un lado el horizonte que plantea la nueva versión de la ley de cine, las producciones españolas crecen y se diversifican cada vez más. Se ponen en marcha grandes producciones de muy alto presupuesto que conviven con modestas producciones que plantean apuestas, tal vez, más arriesgadas o a contracorriente y hechas al margen del sistema de producción convencional, con muy escasos apoyos económicos.
El caso de “La rosa de nadie” se sitúa en esta clave. Es una película impulsada por la pasión de todo un equipo de actores y técnicos profesionales junto a estudiantes de cine que creen en este proyecto. Y desde esta inspiración, desde esa convicción también, se está trabajando desde hace más de un año en la pre-producción de esta película.
DIMENSIÓN DEL PROYECTO
“La rosa de nadie” es una película aparentemente sencilla de producir, es decir, no es una película de época, no tiene grandes decorados, ni efectos especiales. Sin embargo es una película coral y con un importante número de localizaciones, aunque éstas son sobre todo interiores. No podemos decir que sea una historia escrita desde este condicionante, pero sí condicionada por ello, como muchas películas con exigencias de bajo presupuesto que se plantean hoy en todo el mundo.
Sin embargo, en “la rosa de nadie” hay una historia, una historia con poder dramático y cualidades plásticas, visuales, emocionales. Podrá ser o no comercial pero posee calidad. La convicción que nos mueve se convierte en responsabilidad compartida en un trabajo cuyas condiciones económicas hoy por hoy son muy ajustadas.La productora Univers Proyecto Media se plantea todas las acciones necesarias para incrementar el muy limitado presupuesto actual de la película y lograr unas mejores condiciones de trabajo para todos.
“La rosa de nadie” es una película aparentemente sencilla de producir, es decir, no es una película de época, no tiene grandes decorados, ni efectos especiales. Sin embargo es una película coral y con un importante número de localizaciones, aunque éstas son sobre todo interiores. No podemos decir que sea una historia escrita desde este condicionante, pero sí condicionada por ello, como muchas películas con exigencias de bajo presupuesto que se plantean hoy en todo el mundo.
Sin embargo, en “la rosa de nadie” hay una historia, una historia con poder dramático y cualidades plásticas, visuales, emocionales. Podrá ser o no comercial pero posee calidad. La convicción que nos mueve se convierte en responsabilidad compartida en un trabajo cuyas condiciones económicas hoy por hoy son muy ajustadas.La productora Univers Proyecto Media se plantea todas las acciones necesarias para incrementar el muy limitado presupuesto actual de la película y lograr unas mejores condiciones de trabajo para todos.
“La rosa de nadie” es una ópera prima y tiene el camino difícil, pero no imposible. Desde este modesto espacio queremos agradecer la colaboración a todo el equipo que ya está en marcha trabajando duro en la pre-producción de la película.
En 1913 David W. Griffith desapareció un día del rodaje de “El nacimiento de una nación”. Todos los actores y técnicos se quedaron muy extrañados porque Griffith jamás abandonaba un rodaje. Pasadas varias horas de incertidumbre, Griffith regresó. Había estado en la ciudad, sombrero en mano, recogiendo dinero de donaciones en todas las tiendas, bares, restaurantes, peluquerías, periódicos y locales comerciales que encontró abiertos. Mary Pickford recordó este olvidado episodio a propósito de la convicción del director con el equipo de técnicos y actores que trabajaron en aquella legendaria película.
Sirva esta anécdota de la producción de la primera película realmente importante de la historia del cine para ilustrar que en muchos sentidos las cosas no han cambiado demasiado: La primera película hay que inventarla.
Ignacio Oliva, guionista y director
